La célebre heroína de la revolución liderada
por José Gabriel Condorcanqui Túpac
Amaru II, fue su esposa Micaela Bastidas
Puyucahua, nacida en Pampamarca en
1745. Esta notable peruana no tuvo acceso
a la educación, pero era entendida en todo
lo relacionado con el hogar y su comunidad.
Integrada a la causa libertadora, Micaela
hizo labor de propaganda en diferentes
pueblos para ganar adeptos a la empresa emancipatoria. Se encargó de
administrar la retaguardia y de aprovisionar a las huestes rebeldes, tarea
difícil debido al desorden que existía en todas las líneas de producción.
Muchos de los testimonios sobre su persona coinciden en señalar su carácter
decidido y valiente.
Como consecuencia de las derrotas sufridas ante los realistas, Túpac Amaru
II intentó huir, pero fue traicionado y apresado con su esposa, su familia y sus
colaboradores. Uno de los mayores méritos que enaltecen la personalidad de
Micaela Bastidas tuvo lugar en ese instante. Ante la posibilidad de huir tras el
apresamiento de su esposo, prefirió quedarse a su lado y pronunciar: “Si en la
acción estuve con él, también he de estarlo en el martirio y en la muerte”.
Todos ellos fueron llevados al Cusco para ser juzgados y sentenciados a
muerte.
Las ejecuciones se llevaron a cabo el 18 de mayo de 1781 en la plaza de
Armas del Cusco, tras la muerte de sus familiares Micaela Bastidas subió al
tabladillo. Los soldados españoles intentaron ahorcarla en el “garrote” pero al
no conseguir su objetivo, la mataron a golpes.
A Túpac Amaru II lo llevaron al centro de la plaza, se le cortó la lengua y fue
amarrado de brazos y piernas a cuatro caballos que avanzaban en
direcciones distintas con el propósito de seccionarlo. Sin embargo la fortaleza
física del ilustre caudillo no lo permitió, por lo que finalmente fue decapitado.
El enorme sacrificio de estos ilustres peruanos permitió exaltación del espíritu
combativo de los peruanos, manteniéndose aún más vivo el anhelo de
redención nacional. Tras la terrible muerte de Túpac Amaru II y Micaela
Bastidas, el movimiento emancipatorio se mostró aún más vigoroso. Sin
duda, fue el punto de partida para la independencia de nuestro país y de
nuestro continente.
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